A seguir soñando

09/05/2016 @Mariluzsanchez

El Real Zaragoza se sitúa cuarto en la clasificación. A tres puntos del segundo clasificado y tan sólo cuatro del líder, del Leganés. Toca seguir ganando en Soria.

El partido de ayer en la Romareda no da para un análisis exhausto de lo futbolístico. El Real Zaragoza estuvo perezoso sabiéndose superior y el Bilbao Athletic no pasa de ser un equipo de cachorros con muy buenas intenciones formativas pero poco competitivas.

Los blanquillos formaron con el once titular de Carreras, a excepción de Joan Campins. Volvió Culio al centro del campo y Lanzarote a la banda derecha. La medular era cosa de Erik Morán y Javi Ros el encargado de habilitar a Dongou en la delantera, flanqueado por Hinestroza y Manu Lanzarote. La presión del filial blanquillo desactivó la conexión y dejó a Dongou sólo ya que Fredy Hinestroza no se movió como es habitual en él. Aun así, el camerunés peleó y cazó casi todos los balones largos que llegaban a su zona aunque sin acierto rematador.

En efecto, no fueron noventa minutos de fútbol fáciles de contar, todo ser resume en la zurda maravillosa de Manu Lanzarote, ese hombre que no sabe ejecutar goles feos, ni tan siquiera del montón, y la tranquilidad del segundo gol. Básicamente, los chicos de Lluis Carreras saltaron ayer al césped a cumplir con el trámite y con una extraña sensación de relajación que pudo costarles caro en una segunda parte pasiva.

El encuentro se puso de cara en el minuto veintitrés, cuando Javi Ros conectó en el área con Manu Lanzarote que trazó un disparo cruzado con una curva imposible que se filtró próxima a la escuadra para calmar el ansia calculadora del zaragocismo. Ese destello fue lo único que aportó ayer el extremo zaragocista. Suficiente para las estadísticas, insuficiente para las necesidades de su equipo.

La segunda mitad comenzó con el empuje de los bilbaínos que afortunadamente encontraron la oposición de Manu Herrera. Diamanká sustituyó a Culio y si bien se perdió intensidad defensiva se ganó en movilidad ofensiva. Precisamente, fue el senegalés quien fusiló el marcador y devolvió la fe a una grada inquieta que veía peligrar sus ilusiones entre sumas y restas, goles en Leganés y castillos en el aire de lo que deberá ser. La jugada perfecta de Isaac por la banda derecha, la remató Papé Diamanká con precisión.

Hubo minutos para Tarsi, que demostró que está en condiciones de ser parte del once titular de este equipo y hubo tiempo para el cambio de rigor de Hinestroza. Y hubo minutos para creer, para respirar y más que creer, para soñar.

Para creer necesitaríamos solidez en el juego, una definición en el esquema que no existe, una base de trabajo que quedase cuando desaparecen las genialidades individuales y esa base no la hay, no la ha habido en toda la temporada, ni con Ranko Popovic ni con Lluis Carreras. Falta eso que respondería cuando nos preguntamos, ¿a qué juega el Real Zaragoza?. Sólo nos queda fijar la mirada y aseverar que jugamos a ascender, a que las cuentas nos salgan en cuatro semanas. Jugamos en un papel y no en el campo. Jugamos a vivir semana a semana y jugamos cada jornada en cinco campos además del nuestro.

Si en julio nuestro escudo es un enlace directo en la portada de los diarios online habrá valido la pena y el aburrimiento. De momento, a seguir soñando, que nuestra fe nos lleve donde no lleguen sus pases, veamos los huecos que ellos ni imaginan, restemos los minutos para cerrar las victorias. Be "primera", my friends! 

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